Mis haikus son nebulosas estrellas que se pierden a lo lejos. En veleros, de hipotética argamasa, navegan, mas el arbitrio del océano los impulsa, a cada instante, y zozobran. Son náufragos errantes, escondidos de la tierra y hasta del propio mar. Vienen vencidos por las luchas intestinas, sin estar preparados para un coloquio de lunas. Se arropan de oro viejo, del que guarda en su seno la verdadera esencia de la justicia - equidad. Pero qué atrevida metamorfosis se vislumbra en la luna del mar! No hay sentido del canto de las aves, ni del translúcido aire, ni de la lluvia que arrastra lo sucio. Ni siquiera la nieve luce su escultura de caminos de etérea blancura. Pero... se hace noche la tarde, en este día mohíno en que mis haikus, mis haikus, quieren echar a volar. Han perdido sus alas en los laberintos hechos de estiércol de golondrina herida. Se sube el organillo a las cumbres de aserrín y mis haikus caen, caen... Caen en el escondrijo donde guardo mis alegrías y mis penas. Y lejos, muy lejos de la maldad de los sueños de este nuevo sarcillo que se adhiere a la piel de la canción, y que solo entona himnos que usurpan los sonidos y ensalzan las notas de lo que nunca fue.Honorinda Cecín. Miami, 2018
