¿Qué relación puede haber entre un ajedrecista obligado a capitanear un equipo de alta competición académica, un profesor de filosofía gobernado por su misteriosa hermana, un escritor bloqueado con problemas existenciales, una traductora traidora con ansias de aventuras, un crítico de cine uruguayo enojado con la vida y una adolescente suicida? Todos han sido arrojados al mundo –una suerte de ghetto insular cuyas instrucciones de uso se han perdido irreparablemente– en el que sus vidas se entrecruzarán de forma trágica. A medida que la narración avanza con el vigor y el suspenso de una novela policial, Marcelo Damiani nos muestra en su nuevo libro la lucha de sus personajes por acoplarse al espíritu de una época que mide la felicidad en términos exclusivamente utilitarios, y no como una búsqueda cuyo sentido está en el devenir, en el trayecto y nunca en el fin. Es así que, como también sucedía en El sentido de la vida (AH, 2001), la mayoría de estos personajes parecen desperdiciar una gran oportunidad para aprender el oficio de sobrevivir.
