Los primeros santuarios del ser humano fueron las cuevas y los montes donde habitan los espíritus de la naturaleza. Con el tiempo, se levantaron a su vera altares, oráculos, ermitas y monasterios. Desde Egipto hasta el antiguo México, los dioses de los astros descendieron sobre grandes pirámides de piedra. En el Titicaca y en los Himalayas, se edificaron oratorios que se alzaban hasta el firmamento. En el año 1900 antes de nuestra era, un pastor de Caldea peregrinó hacia poniente y se convirtió en Abraham, el “padre de muchos pueblos”. Mil años más tarde, sus descendientes construyeron en Jerusalén el primer templo de las religiones del Libro.