Amanda vive proyectando todo lo que siente y piensa en su interior. Capaz de conseguir hacer realidad en su vida todo lo que desea vivir, e incapaz de afrontar y entender el motivo que la separa de hacer realidad su único y verdadero sueño.
Reconociéndose en ella una nueva personalidad, hasta ahora dormida, le surgen innumerables interrogantes y comparaciones sobre su forma de vida. Ana, en ella, es esa mujer que la anima a ser abierta, entregada, vulnerable y jovial, totalmente contraria a los principios y tradiciones de Amanda, cuya personalidad se ha creado fuerte y aislada, para no sufrir por amor. ¿Hacia dónde y cómo caminar?
Inmersa en la búsqueda constante de respuestas y asustada ante la facilidad con la que es capaz de materializar de forma real en su vida todo lo contrario de lo que desea encontrar, se adentra en una forma de vida diferente, con la única finalidad de entender por qué se ve envuelta en esa espiral de repetición de historias, donde el abandono a nivel amistoso, sentimental o laboral llegan antes de empezar y junto a ello la somatización del mal-estar, a modo de enfermedad en su cuerpo. ¿Cómo poner ese punto final a la repetición de historias? ¿Qué relación existe entre lo que llega a su vida llamándose amor y su forma de alimentarse, vestir y calzarse?
Solo viviendo en el ahora, presente y atenta a lo que la vida le muestra de ella misma es posible que entienda que todo lo que vive y existe a su alrededor es el reflejo de lo que su interior está sintiendo. Su mayor sueño solo llegará de la mano de curar sus heridas, volver a abrir su corazón y entender por qué la memoria de su alma necesita revivir esa herida constantemente mediante sus relaciones, proyectando en ellas, una y otra vez, lo que tanto añora y lo que ya forma parte de un momento de vida pasada que no volverá.
