Después de discurrir por el amplio y generoso valle de Baztan, el río Bidasoa cambia bruscamente su rumbo a los pies del majestuoso Mendaur y enfila su tortuoso camino hacia el mar entre las montañas más viejas de Euskal Herria, el carismático Larrun y el macizo granítico de Aiako Harria, para entregar finalmente sus aguas