Fuerza y desgarro vuelven a tejer los versos de este poemario que, como el anterior, Poemas del amor diverso, destila ausencias, dolor y esperanza entre sus páginas. Gloria Nistal, con versos directos, afrontando una poesía sin tapujos, nos sumerge en su mundo de sueños y recuerdos, en su deseo de vivir en la tranquilidad y la esperanza de quien sabe irrecuperable un amor entregado al tiempo que no tiene retorno. Las agujas del reloj la han desgajado en su caminar imparable en un cúmulo de versos que persiguen eternidades y ahuyentan miedos. En este sentido, la poesía de Gloria es una poesía reparadora, de sanaciones imposibles del alma, pero que, en su escritura, extiende un bálsamo de sosiego que ella administra perfectamente a través de la experiencia. La obra está impregnada del trópico africano que la atrapó hace años, donde trabaja y vive los sueños que la evaden de la realidad. Un trópico abundante y torrencial que descarga pasiones y tormentas de una forma inesperada y, con la misma facilidad, vierte una gran calma sobre la tarde que sosiega el espíritu y duerme los vientos.
