Nadie dudará nunca que la extensa e incomparable obra del ruso León Tolstói, su impresionante legado literario, ha quedado grabado para la inmortalidad. El autor de Guerra y Paz y de Anna Karenina pensaba que narrar era una manera de vida y un camino a la realización personal; las cosas sucedían y había que contarlas. Por eso escribió hasta el final de sus días novelas, cuentos y dramas en defensa de sus ideas. Sus temas son los grandes conflictos que invaden su alma. Su ansia de amor y justicia, que tanto sufrimiento le produciría a lo largo de su vida, lo llevará por un contradictorio sendero en busca de la ansiada perfección moral, predicando en sus obras el bien y la justicia.
Tolstói buscó de manera insaciable a Dios a lo largo de toda su vida. Surge así, el tema de la muerte a lo largo de su obra con una constancia obsesiva, convirtiéndose en una de sus preocupaciones fundamentales.
Lev Tolstói está considerado, junto con Dostoievski, el escritor ruso más importante de la segunda mitad del siglo XIX. Miembro de una familia de la antigua nobleza, su infancia y adolescencia transcurrieron entre Moscú, la gran hacienda familiar de Yásnaia Poliana y Kazán, en cuya universidad se matriculó en 1844. Participó en la guerrra del Cáucaso y fue oficial de artillería. Entre sus obras destacan Infancia, adolescencia y juventud, Los cosacos o Resurrección. Con Guerra y paz y Anna Karenina se ganó el respeto de sus contemporáneos y un lugar preeminente en la historia de la literatura universal.