La poesía de Juan Gelman (Buenos Aires, 1930) es una amalgama de memoria, experimentación y conciencia. El poeta se apropia de su destino: “Si me dieran a elegir, yo elegiría / esta inocencia de no ser un inocente, / esta pureza en que ando por impuro”. Su oficio hace de él un poeta reclamado por los dolores propios y ajenos. “Todo me obliga a trabajar con las palabras, con la sangre.” Poeta que participa del trabajo de la esperanza, que lucha contra la separación de los hombres, el empequeñecimiento del espíritu. El pasado reciente de una historia pesarosa hace del dolor un contenido lacerante, la clave temática de su poesía. Ésta es una celebración a contratiempo de la vida, y el exilio, la tensión donde esta poesía crece como en una operación alquímica, atisbada en composiciones donde la ausencia se configura como otra de las claves insistentes, como huella y motivo de recuperación. Con Relaciones (1973), dice el escritor uruguayo Eduardo Milán en el prólogo a esta antología de la obra completa del poeta Juan Gelman. Da comienzo la etapa del exilio: “Sucederán libros de una intensidad rara vez alcanzada en la lírica latinoamericana y rara vez atisbada en la dinámica de la lengua española”. La poesía como marca que sella a la palabra, la palabra como signo material que impregna el mundo de emociones: materia de los afectos, de la evocación, de la escritura. En suma, materialidad histórica, itinerario de la memoria y de la reunión, de la convocación como solidaridad humana: compromiso auténtico con la palabra.
