Mausoleos, criptas, películas de culto. Festivales neohippies, castillos abandonados,
cementerios derruidos. Cuarteles militares en plena dictadura de Pinochet. Van Helsing
paseando por un Santiago espectral, o en un neblinoso Londres, enfrentándose a Mycroft
Holmes en un fantástico crossover con la historia del detective de Baker Street.
Los más profundos anhelos del ser humano son drenados por la sociedad. En los rincones más
oscuros de su moral, la criatura del vampyr lo impulsa a fagocitar al prójimo, justificándose en
la sobrevivencia. Nace así Drácula: la mente maestra que consume lentamente al ser humano
para perpetuar su propia existencia. En espacios góticos, en departamentos de soltero; en
Iquique o Nueva York; en parajes perdidos al sur de Chile o en nuestra propia y delirante
cabeza: la sombra del no-muerto te hará titubear hasta confundir el blanco de una bala de
plata.
La sangre brota de tu cuerpo y el esperpento está al otro extremo de tu pieza. Nuestra
invitación está abierta como la herida en tu cuello después de dejarlo pasar. Si puedes,
agénciatelas con un crucifijo, estaca, martillo, agua bendita y mucho ajo mientras lees estas
páginas manchadas de hemoglobina. La transfusión no hará falta: ya eres inmortal y no te
reflejas en los espejos.