La piratita Brutilda, hija de Brutus, se despierta con la nariz tapa. Solo su papá, con sus palabras mágicas, puede ayudarla. Más tarde, mientras pasean por la isla, empieza a soplar un viento muy fuerte. La arena vuela, los pájaros se chocan, la isla remonta vuelo.
Pero la tempestad pasará, como los miedos, los enojos, el dolor de dientes o el resfrío. La clave está en el amor de padre e hija.
En la continuación de ¿Dónde está mi tesoro?, Gabriela Keselman nos sorprende con una tierna y divertida historia.